45
Paulo César Tejero, et al. El perl de la dirección como factor importante del grado de innovación en las mipy-
mes de Tekax de Álvaro Obregón, Yucatán
dor, en sus relaciones con los empleados, el empresario líder tiende a de-
legar, asociar, conar y promover el desarrollo entre sus colaboradores.
La importancia que el liderazgo tiene en la cultura innovadora
se refuerza con lo señalado en distintos estudios de la cultura organiza-
cional, como el realizado por Ayala (2014), quien, citando a Frontaura,
menciona que la cultura organizacional es una suma sinérgica de estilos
de administración de sus ejecutivos que, a su vez, inuyen en los estilos de
éstos. En síntesis, el conocimiento de la cultura organizacional por parte
del ejecutivo resulta medular porque representa el punto de partida y, al
mismo tiempo, el entorno de sus decisiones, por lo que, continúa Ayala,
pueden estar presentes todos los elementos para el desarrollo de las nue-
vas ideas, pero si el gestor, quien toma lo decisión, no está convencido
del desarrollo de las personas, de su organización y no propone en sus
postulados la impronta de las nuevas ideas como eje central de su gestión,
será imposible que en el futuro su organización se convierta en fuente de
innovación permanente, creando así la respectiva cadena de valor. Ayala
concluye señalando que:
[…] la responsabilidad de propiciar una cultura or-
ganizacional proclive a la innovación depende de
quienes toman las decisiones y de la forma en cómo
estos se dan cuenta de las oportunidades que se tie-
nen, si bien los desafíos están para todos, serán los
directivos que velan por los intereses y los objetivos
de los inversionistas, quienes a riesgo de sus propias
oportunidades tomarán la decisiones nales, serán
quienes tendrán en sus manos el éxito o fracaso del
emprendimiento o la innovación.
Méndez (2016), en su análisis del tipo de cultura organizacional
en empresas públicas y privadas del Bajío mexicano, reere que, en 1997,
Cameron y Quinn desarrollaron el modelo de los valores en competencia
(MVC) para especicar el criterio de efectividad organizacional, aunque
posteriormente se utilizó para estudiar un amplio número de fenómenos
corporativos. Este modelo utiliza dos dimensiones o continuos: a) exi-
bilidad, discreción y dinamismo versus estabilidad, orden y control, y b)
orientación interna, integración y unidad versus orientación externa, di-
ferenciación y rivalidad, que en su cruce generan cuatro cuadrantes, uno
de los cuales, el de los sistemas abiertos o adhocracia (ausencia de la je-
rarquía), surge “como consecuencia de la transición de la era industrial a
la era de la información” (Cameron & Quinn, 2011; Yu & Wu, 2009). Re-
presenta un diseño sensible a las condiciones aceleradamente cambiantes
(turbulentas) que caracterizan al mundo organizacional del siglo XXI. Es
resultado del rápido decrecimiento de la vida de los conceptos, productos
y servicios. Una de sus premisas fundamentales es que las iniciativas in-
novadoras y pioneras conducen al éxito. Méndez indica que “la principal
tarea directiva es lograr que se adopten la creatividad, el emprendimien-
to y la actividad de ‘permanecer en el límite’”. Este tipo de organización,
por sus propias características, cambia continuamente cuando se presen-