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REVISTA RELAYN, 2022, 6(3), Septiembre-Diciembre, ISSN: 2594-1674
Revisión de la literatura
Los líderes son considerados como el principal factor catalizador para el
éxito, la mejora del rendimiento y el crecimiento de una organización tan-
to para los países desarrollados como para los países en desarrollo. Los lí-
deres pueden aumentar signicativamente la motivación de los empleados
para lograr los objetivos deseables y requeridos, así como para impulsar
y mantener el rendimiento de la empresa, según Yukl (citado en Rigas &
Nawar, 2016). Por esto, los líderes deben trabajar continuamente en las
cualidades que los caracterizan, puesto que tienen que estar mejorando
constantemente, no sólo para ser el ejemplo de sus seguidores, sino tam-
bién para el logro de las metas propuestas.
Debido a las interrupciones laborales causadas por la actual pan-
demia de COVID-19, los directores de las empresas se enfrentan a desafíos
de liderazgo mientras intentan gestionar los arreglos del trabajo desde casa
(Eichenauer, Ryan & Alanis, 2021). El papel de un líder, especialmente en
un periodo de crisis como el actual, puede funcionar de manera efectiva
desde la sana distancia teniendo un alto nivel de impacto en los empleados
de todos los niveles para lograr los resultados organizacionales tomando las
decisiones correctas que provean tranquilidad mediante una mezcla equili-
brada de optimismo y realismo con respecto al futuro (Knin et al., 2021).
Para que las empresas y las economías se recuperen de la crisis ocasionada
por la pandemia, será más importante que nunca adelantarse a la evolución
de los modelos empresariales, al impacto de la automatización, a las nuevas
necesidades en materia de competencias y a la evolución de las expectativas
y necesidades de los trabajadores. Las pequeñas y medianas empresas (py-
mes) tendrán que sufrir cambios radicales como ser más emprendedoras y
tener un liderazgo efectivo, capaz de identicar la necesidad de rejuveneci-
miento, mejorar su sentido de dirección, prepararse para crear los cambios
necesarios en la organización y, lo que es más importante, mejorar el des-
empeño organizacional (Hashim, citado en Afriyie & Ibn, 2019). Se deben
cambiar hábitos y comportamientos en las relaciones, en la adaptación al
teletrabajo, frente al uso masivo de las tecnologías e Internet para cuestiones
personales, laborales y creativas. Hoy más que nunca, se requieren líderes y
organizaciones resilientes (Villa, 2020).
Los desafíos que la mayoría de las microempresas debe enfrentar
tienden a guardar una clara responsabilidad por parte del líder, ya que será
quien direccione la compañía en correspondencia a cumplir con las metas
propuestas (Izquierdo, 2017). Aprender a dominar estas situaciones, adap-
tarse y mejorar, es decir, ser resiliente, es parte de la vida del emprendedor
(Halberstadt & Alcorta, 2021). Las personas en posiciones de liderazgo de-
ben asumir la responsabilidad de construir una cultura que persuada a los
empleados a apoyar la visión de la organización y, al mismo tiempo, que cree
una atmósfera abierta con comunicación libre, respeto por las nuevas ideas,
aceptación de fracasos y un espíritu colectivo de trabajar hacia un objetivo
común (Chhotray, Sivertsson & Tell, 2018). El papel del líder va mucho más
allá de ser el jefe inmediato, pues tiene en sus manos la posibilidad de inuir
positivamente en los trabajadores y dirigir de forma correcta las decisiones